Vinos calientes, en vaso, oxidados, antiguos y caros. Errores muy frecuentes a los que se enfrenta el consumidor en los establecimientos. Esto hace que no disfrutemos del vino en toda su plenitud, y que nos llevemos una idea equivocada de ese vino, e incluso, que no volvamos a probarlo nunca. Evitemos estos pecados para que beber no sea una penitencia.
Temperatura inadecuada: o muy fríos o muy calientes
H
ay expertos que dicen que el vino hay que tomarlo a “temperatura ambiente”, esto es correcto si con temperatura ambiente se refieren a la temperatura ambiente de una bodega, pero si es la de un día caluroso de verano en una terraza de un establecimiento, la cosa cambia. Sería la ocasión perfecta para referirse al vino como “caldo”.
Por otra parte hay quien sirve los vinos muy fríos, tanto tintos, como rosados, blancos y espumosos, sin distinción, lo que evita que el vino exprese todas sus cualidades o tarde mucho en hacerlo.
En general, ningún vino tinto debe beberse a más de 18 grados centígrados, los blancos jóvenes y rosados se disfrutan bien entre los 6 y los 9, igual que los espumosos. . Los tintos jóvenes deben consumirse frescos, pero no fríos (entre 13 y 15 grados), y los crianzas y reservas con un par de grados más.
Vinos servidos en vaso
Uno de los elementos en los que más fallan los bares a la hora de servir los vinos es en la vajilla. El vino de calidad debe tomarse en una copa adecuada. Los vasos, para la sidra o para el chateo con vinos de la casa, como mucho.
Las copas deben ser incoloras, transparentes, sin dibujos ni serigrafías, ya que impiden valorar y
disfrutar del color y aspecto del vino. Para los espumosos, hay que utilizar una copa de flauta. Para los generosos, el catavinos jerezano. Los vinos tranquilos, igual da que sean blancos, rosados o tintos, que sean jóvenes o tengan crianza, se beben bien en una copa con forma esférica o ligeramente alargada, tipo balón o tulipán. Deben tener unos 20 centilitros de capacidad y solo se ha de llenar un tercio de la misma.
Botellas abiertas varios días y, a veces, trasvasado su contenido
A veces, en algunos bares, te sirven el vino sin tener en cuenta cuanto tiempo lleva abierto, con lo que si tienes mala suerte te pueden servir un vino oxidado, que ha perdido los aromas y sabores que tenía cuando estaba recién abierto. También se puede dar el caso de que como les queda poco vino en la botella, lo trasvasen a otro que esté recién abierto, de la misma marca o incluso de otra.
Lo ideal, cuando te sirven un vino, es que la botella lleve poco tiempo abierta. Si tenemos la sensación de que no va a ser así, tenemos tres opciones: o lo exigimos, o nos cambiamos de bar, o directamente nos aguantamos.
Añadas pasadas
Otra cosa que nos podemos encontrar, es que nos sirvan vinos de añadas pasadas, sobre todo en vinos jóvenes.
Los vinos jóvenes deben consumirse lo más pronto posible, a lo más tardar hasta cuando salen los de la añada siguiente.
Los espumosos también deben disfrutarse más pronto que tarde (pensar que los cavas y champanes mejoran con los años en la botella es otro falso mito del mundo del vino).
Los blancos y tintos con crianza resisten perfectamente tres o cuatro años en botella y algunos incluso más.
El plazo medio de vida para los reservas suele estar entre 8 y 10 años, y el de los grandes reservas en 15 o más años. Pero también dependerá mucho de las condiciones de conservación en las que han estado las botellas.
Poco surtido
Enalgunos establecimientos nos encontramos con que casi no tienen vino para elegir, un par de blancos, pocos tintos, y casi ningún rosado. Esto está siendo más frecuente debido a la crisis, que obliga a tener poco stock, y en ocasiones de poca calidad.
Debido al poco surtido, el consumidor no puede elegir, y pierde las nuevas experiencias que le podría dar otro posible vino, y por supuesto, conocerlo y que lo vuelva a pedir.
Precios abusivos
El precio es un cáncer para el vino en la hostelería. Estos últimos tiempos, los restaurantes han triplicado o más el precio de las botellas de vino, solamente por descorcharlas y servirla
s en copas. En los bares, te cobran 2 euros por una copa de vino que sabes que al establecimiento le cuesta bastante menos una botella. Y si además el vino tiene algún pecado de los ya mencionados, puedes sentirte atracado. Con precios más razonables, se vendería más, los hosteleros ganarían igual o más y las bodegas lo tendrían mucho mejor.
Poca cultura vinícola del maître o del camarero
El séptimo pecado es el más grave porque favorece los otros seis. Muchos de los profesionales que nos sirven el vino no saben lo que están haciendo, simplemente por desconocimiento o porque creen en falsos mitos.
También los clientes tienen que aprender, para exigir que se les trate bien, y para agradecer el trabajo a los camareros cuando han sido bien servidos y bien tratados.