El próximo día 20 de junio se celebra en Logroño una nueva edición de “Riojano, Joven y Fresco”, una cata popular destinada a divulgar el Rioja, especialmente entre la gente joven. Al leer en el periódico local, responsable además de la organización del evento, las novedades que trae este año, me quede sencillamente anonadado: “[…] el usuario ‘pagará’ cada consumición con una ficha que deberá entregar obligatoriamente al personal de la bodega en el momento de servirle el vino. Una consumición que sólo se servirá en la copa oficial adquirida para cada evento. La intención principal es conseguir una cata más ordenada y controlar el consumo de vino entre los más jóvenes.” Fuente: larioja.com
Sintetizando: según el periódico solo abusan del vino los jóvenes… Años atrás, cuando todavía era joven y fresco, estaba esperando pacientemente mi turno para que me sirviesen un vino en el evento, con mi ticket en la mano eso sí, pero decidí guardarlo en vista de que a la persona que me precedía no se lo pidieron, ni éste tenía la más mínima intención de sacarlo del bolsillo. Aclarar que el hombre tenía unos 55 años. Llegó mi turno y ohhh ¡sorpresa!, antes de echarme el vino ya me estaban pidiendo el ticket. No pude por menos preguntar porque a mí me lo exigen por adelantado y al caballero precedente no. A lo que me respondieron con excusas vagas…
Entiendo que en el acto hay jóvenes, y no pocos, que abusan del pimple, pero generalizar es errar y no se puede, ni se debe meter, a toda la chavalería en el mismo saco. Por otra parte, no es menos cierto que algunos “respetables” señores abusan en el acto también seriamente del vino. Se valen de su privilegiada condición de estar prácticamente exentos de presentar el ticket, puesto que parece ser que gozan del beneplácito de la organización para ello.
Me parece sencillamente patético que en un evento destinado a divulgar el Rioja entre los jóvenes, se les señale precisamente con el dedo en vez de promover el consumo responsable de todos los asistentes, independientemente de su rango de edad.
Por último, y hablando del bebercio en la calle, confieso que tengo un sueño. Una vez vi en un reportaje sobre París un “botellón gourmet”: jóvenes que se reunían en la calle a beber vino, del bueno y moderadamente, bien acompañado de apetecibles viandas: quesos, embutidos, etc. Sinceramente, seré feliz el día que vea algo así en nuestro país, pero me temo que todavía nos queda mucho por aprender de nuestros vecinos de L´Hexagon…