Tras varios debates y discusiones en clase sobre los envases, en los que va ese líquido que tanto nos gusta, como es el vino, decidí indagar un poco más en el asunto, y me sorprendí bastante.
Hay varios países con mucha influencia en Europa (Inglaterra, Alemania…) que están invirtiendo y apostando fuerte por la sensibilización con el medio ambiente y poniendo en el mercado vinos de un cierto valor económico (8-12 €) en envases de tetrabrik.
Al ver esto pensé: ¿nos estamos volviendo locos, o que pasa aquí?
Pero al poco de seguir buscando información me topé con un tema muy de moda actualmente y del cual hace poco hablamos de él, el medio ambiente, huella de carbono… y es que resulta que el formato en cartón (tetrabrik) es más barato que el vidrio y más “limpio”.
La sociedad actual, y yo entre ellos, hemos asociado el vidrio al vino de calidad, botellas con formas dispares
(troncocónicas, gollete largo y un sinfín de diseños) e incluso pesadas, que no se sabe si queda vino o es el propio peso de la botella; procesos que requieren de un mayor consumo energético por parte de las industrias, y en consecuencia, una mayor contaminación ambiental.
Estudios recientes dicen que el vidrio puede llegar a constituir más del 60% (incluso 75%) de la huella de carbono, y aquí es donde el tetrabrik tiene su punto fuerte, EL MEDIO AMBIENTE.
Otros motivos, que defienden otros autores, son las formas, me explico, un tetrabrik es de forma regular y gracias a ello podemos optimizar el volumen útil del envase y otro muy importante es su fácil transporte.
Eso sí, no todo son flores, también tiene sus contras, una muy grande es que para optimizar su coste hay que hacer tiradas muy grandes, mientras que botellas con un encargo de cientos de miles es suficiente.
El tetrabrik forma parte de nuestras vidas, zumos, leches, batidos… la cuestión es:
¿Llegará a los vinos de calidad?